
Su nueva realidad
Ahora recorre la casa de su infancia con un andador.
Entra en su habitación de la niñez y adolescencia y se sienta lentamente en una silla alta de las de playa.
“Hace días ya que no bajo a la calle” y baja su mirada, coge aire bajo su mascarilla.
Recorro con mi mirada la habitación y de repente me traslado a mi infancia.
Una mini-cadena de cintas y un tocadiscos de vinilos. Estanterías llenas de libros, discos, fotos de aquellas fiestas inolvidables y en medio de estos recuerdos me observa un peluche de Blas.
Ella nos cuenta su historia, su realidad de ahora, nada que ver con los recuerdos de aquella época.
Su voz ahora tiembla, sus ojos ahora se tornan vidriosos y trasmiten el dolor que siente y que ahora la limita, ya no es independiente.
Levantarse de la cama es toda una odisea, moverse significa dolor y sin pastillas no puede salir de la cama.
Sus días pasan lentamente en el piso de su infancia al que ha tenido que volver para estar más cerca del hospital.
Nos pide ayuda para controlar ese dolor, para no sentir ese pánico por las tardes y esa ansiedad que ahora le hace sentir ese nudo en el pecho.
Su marido ahora es su cuidador, él controla el tratamiento que toma, sabe identificar los síntomas y se adelanta para que ella no lo pase mal.
Ella, que ya lleva 8 años viviendo con el cáncer, sentada en esa silla de playa, en la habitación de su infancia, asume, resignada su nueva realidad.
Escribo desde mi infancia. Guardo diarios desde que hice la primera comunión con relatos de la infancia, adolescencia y hasta que empecé en la Universidad.
Sigo escribiendo. A veces lo comparto y otras no. Aunque este tipo de relatos llevaba tiempo sin escribirlos.
Desde que empecé en Cuidados Paliativos he vuelto a escribir.
Necesito compartir experiencias, sentimientos y relatos de vida para soltar. Para recordar. Para aprender. Para visibilizar.
Porque al final de la vida, hay mucha vida. Sigamos.
Teresa @Duedevocacion
Gracias Teresa. Me alegras
Qué bonito Teresa.
Escribes desde el corazón y no hay mejor tinta en la pluma que la que sale a borbotones de cada uno de tus latidos.
Gracias amiga por COMPARTIR algo tan íntimo.
Eres motor para mí, para muchas de nosotros.
Nos ha es mejores profesionales cada día, y lo que a mí más me llena: me haces mejor persona dejando que sea tu amigo.
Abrazo grande.
No es Blas, es Epi.
Gracias, espero que te haya gustado la historia, aunque haya cambiado el nombre al muñeco 😉
Gracias amigo por tu comentario, siempre sumando, un abrazo